Martín Muñoz P, Ruiz-Canela J. Guías de práctica clínica (I): conceptos básicos. Evid Pediatr. 2008;4:61.
El médico ha intentado desde siempre basar sus decisiones en el mejor conocimiento científico disponible en cada momento. Sin embargo, la "decisión clínica" no se toma sólo en base a la propia experiencia o la información derivada de la evidencia científica; también las circunstancias o las preferencias particulares determinan esa decisión. Por ello, en la década de los noventa surgieron las guías de práctica clínica como respuesta de los sistemas de salud a la variación de la práctica, costes y resultados de la asistencia sanitaria.
Las guías intentan promover las intervenciones apropiadas para el paciente con una calidad técnica alta y buscando la satisfacción de sus necesidades, contando con su participación y al coste más bajo posible1. Por otra parte, suponen un intento de organizar el conocimiento científico existente en el tema que abordan, para detectar posibles lagunas de conocimiento y así orientar la futura investigación científica2.
El término Guía de Práctica Clínica (GPC) puede tener significados diferentes para clínicos y gestores, que sólo sirven para fomentar el debate sobre su propósito y su papel en la atención sanitaria. Existe una considerable confusión en la terminología, empleándose términos diferentes referidos al mismo concepto y aplicando el mismo término a diferentes conceptos. La definición mas utilizada y aceptada de GPC es la propuesta por el Committee to Advise the Public Health Service on Practice Guidelines del Institute of Medicine del gobierno de Estados Unidos: "directrices elaboradas sistemáticamente para asistir a los clínicos y a los pacientes en la toma de decisiones sobre la atención sanitaria adecuada para problemas clínicos específicos"3. El desarrollo sistemático de una guía hace referencia a la utilización de una metodología científica, rigurosa y explícita en la elaboración de la misma, y sus recomendaciones deben estar basadas en la mejor evidencia científica disponible, tener en cuenta las circunstancias particulares de cada caso y considerar las preferencias de los pacientes4.
El Protocolo clínico se puede definir como una secuencia lógica de actividades a desarrollar frente a un problema de salud o área a mejorar en un entorno determinado. A diferencia de las GPC, son de tipo más normativo, pueden surgir de un consenso formal o informal de elaboración y, generalmente, se basan en los conocimientos científicos existentes, teniendo en cuenta los recursos del centro en el que se han de aplicar5,6. El protocolo clínico teóricamente debería adaptar las recomendaciones de las GPC, pero en la realidad nos encontramos que la mayoría de las veces no es así, bien porque no existen las guías o bien porque las recomendaciones emitidas por éstas no se pueden adaptar a las características de nuestro contexto sanitario. Preferiblemente tendrán una extensión breve, limitando al mínimo indispensable la información sin valor práctico y presentarán las directrices de forma precisa y claramente interpretables.
El Procedimiento se define como una secuencia pormenorizada de acciones que se debe llevar a cabo para cumplir cada etapa del protocolo.
Por Vía Clínica se entienden los planes asistenciales que se aplican a pacientes con una determinada patología y que presentan un curso clínico predecible. Definen la secuencia, duración y responsabilidad en cada uno de los actos clínicos de médicos, enfermeras y demás profesionales sanitarios en un intento de mejorar el uso de los recursos y la calidad asistencial7.
Las GPC intentan dar respuesta a la variabilidad en la práctica médica no explicable por las circunstancias clínicas concretas de los pacientes o sus preferencias, que supone una amenaza no solo para los mismos (posibilidad de no recibir la actuación más efectiva dentro de las diferentes opciones, o recibir intervenciones no efectivas e incluso perjudiciales), sino también para la financiación de los sistemas sanitarios8.
La toma de decisiones en la práctica clínica viene condicionada por una serie de problemas concretos de la asistencia sanitaria actual, derivados entre otros de9,10:
A pesar de su utilidad demostrada, las GPC también presentan inconvenientes, como el hecho de que son costosas de elaborar, no ofrecen respuesta a todas nuestras dudas clínicas y sus recomendaciones no siempre pueden ser seguidas en la práctica habitual.
La selección de temas sobre los que elaborar una GPC responde, entre otros, a los siguientes criterios12:
En función del método utilizado para la elaboración de las GPC, éstas se pueden clasificar en tres tipos fundamentales, cuyas principales diferencias pueden verse resumidas en la tabla 1:
Tabla 1. Diferencias en el método de elaboración de las GPC 13 Mostrar/ocultar
Entre las características deseables que deben exigirse a una GPC podemos destacar las siguientes3:
Tabla 2. Niveles de evidencia científica12 Mostrar/ocultar
Tabla 3. Grados de recomendación12 Mostrar/ocultar
El sistema GRADE introduce algunos aspectos diferenciales que se pueden resumir en19-20:
Martín Muñoz P, Ruiz-Canela J. Guías de práctica clínica (I): conceptos básicos. Evid Pediatr. 2008;4:61.