Conclusiones de los autores del estudio: la sustitución de bebidas azucaradas por bebidas edulcoradas reduce el aumento de peso y el acúmulo de grasa en niños con peso normal para su edad.
Comentario de los revisores: la sustitución de bebidas azucaradas por edulcoradas en niños con peso normal podría prevenir, de forma muy discreta, su incremento de peso.
Aparicio Rodrigo M, Rivas Fernández MA. ¿Podemos afirmar que reducir el consumo de bebidas azucaradas por los niños les adelgaza? Evid Pediatr. 2013;9:23.
Objetivo: cuantificar el efecto de reemplazar bebidas azucaradas (BA) por bebidas edulcoradas (BE) acalóricas sobre el peso de los niños en edad escolar.
Diseño: ensayo clínico aleatorizado, doble ciego.
Emplazamiento: ocho escuelas de enseñanza primaria en Ámsterdam.
Población de estudio: se incluyeron 641 escolares consumidores habituales de BA, con edades comprendidas entre los 5 y los 11 años. Los criterios de inclusión fueron: consumir BA de forma habitual (definido como ingesta de al menos 250 ml de BA al día al menos tres de cada cinco días de colegio), edad superior a cinco años y consentimiento escrito de los padres. Los criterios de exclusión fueron: obesidad en tratamiento médico, diabetes, celiaquía, patología del crecimiento, digestiva o quirúrgica grave, participación en otro estudio de intervención, discapacidades físicas que dificultasen las mediciones y previsión de cambiar de escuela antes de finalizar el estudio. De los 699 seleccionados inicialmente, 26 no cumplieron criterios de inclusión (12 no consumían bebidas de forma habitual; cinco eran menores de cinco años y ocho padecían enfermedades crónicas) y 32 rechazaron participar. Los 641 restantes se estratificaron según escuela, sexo, edad e índice de masa corporal (IMC), y posteriormente se realizó la asignación aleatoria mediante un sistema informático. Se asignaron 319 niños al grupo sin azúcar (GSA) y 322 al grupo con azúcar (GCA). El seguimiento duró 18 meses. Durante ese tiempo se perdieron el 26% de los niños: el 69% por aversión a la bebida, un 13% por efectos adversos menores y un 4% por aumento de peso.
Intervención: el colegio proporcionó semanalmente a cada participante una caja con ocho latas (una para cada día de la semana, y la octava, de repuesto) con 250 ml de una bebida carbonatada de similar aspecto y sabor, que difería únicamente en el contenido de azúcar (0 o 26 g de sacarosa). La intervención se interrumpió durante las seis semanas de vacaciones.
Medición del resultado: como variable principal se midieron las desviaciones estándar (DE) que el IMC difería de la media del IMC para los niños holandeses con una misma edad y sexo (índice z del IMC [zIMC]). Se eligió este índice porque permite comparar datos de niños de distinta edad y sexo. Se consideró significativa una diferencia de medias de 0,16 DE. Como variables secundarias, se tomaron la razón cintura-altura, la suma del grosor de cuatro pliegues cutáneos (bíceps, tríceps, subescapular y suprailíaco) y la masa grasa determinada por impedancia. Las mediciones se realizaron a los 0, 6, 12 y 18 meses del inicio del estudio. En el análisis estadístico se utilizó el método de imputación múltiple para los valores perdidos y regresión lineal múltiple ajustando por las variables independientes.
Resultados principales: el aumento de zIMC a los 18 meses fue de 0,02 ± 0,41 (media ± DE) para el GSA, y de 0,15 ± 0,42 para el GCA, siendo esta diferencia significativa (p = 0,001). Los valores fueron similares al considerar toda la cohorte o solo los que completaron el estudio. También se encontraron diferencias a favor del GSA en las cuatro variables secundarias, aunque la diferencia fue menor (p = 0,02).
Conclusión: en los niños de peso adecuado, reemplazar de forma enmascarada las bebidas azucaradas por otras que no contengan azúcares disminuye el aumento de peso y de masa grasa.
Conflicto de intereses: no existe. La empresa fabricante de bebidas no participó en ninguna fase del estudio.
Fuente de financiación: becas de la Organización Holandesa para la Investigación en Salud y Desarrollo (120520010), HeartFoundation (2008B096) y Academia Real Holandesa de Artes y Ciencias (ISK/741/PAH).
Justificación: la literatura coincide en que el consumo de BA podría ser un factor de riesgo para desarrollar obesidad en la infancia, sin que nutricionalmente tengan ningún efecto beneficioso1. Sin embargo, existen dudas acerca de si dejar de tomarlas conllevaría una pérdida de peso2, lo que justifica el desarrollo de este estudio.
Validez o rigor científico: se trata de un estudio3 con algunas limitaciones. Aunque es un estudio doble ciego, reconocen que un porcentaje superior de niños al esperado conocía el tipo de preparado que recibía, y además un porcentaje mayor de niños de BE abandonó el estudio por aversión a la bebida. Una de las principales limitaciones metodológicas fue el número de pérdidas de seguimiento (26%), superior al 20% que se admite como máximo habitualmente; para evitar el sesgo, se hizo un análisis de casos completos con ajuste de covarianza. Los padres de los niños del estudio tenían un nivel educativo superior a la media holandesa y los del GCA tenían mayor nivel de formación que los GSA, lo que pudo haber influido en los resultados. La tabla basal no recoge información sobre terceras variables importantes (como horas de televisión y de ejercicio al día), aunque los autores indican que la aleatorización equilibraría estas variables entre los grupos. Hubiese resultado útil planear un análisis de subgrupos para los IMC en rango de sobrepeso y obesidad (15,7 y 3,4% del total). El estudio se paró durante las seis semanas de vacaciones, dato que no se tuvo en cuenta al procesar los resultados.
Importancia clínica: en este ECA destaca su gran tamaño muestral (n = 641) y el prolongado tiempo de seguimiento (18 meses). Los autores concluyen que al dejar de consumir durante 18 meses una BA el zIMC disminuye -0,13 (intervalo de confianza del 95% [IC 95%]: -0,21 a -0,05) y se gana 1,01 kg menos (IC 95%: -1,54 a -0,48), que corregido para la talla sería 0,8 kg (p = 0,002), en comparación con los resultados obtenidos se mantiene el consumo de BA. Aunque las diferencias son significativas, si consideramos la variabilidad en los valores extremos del intervalo de confianza de la estimación, la magnitud del efecto parece escasa. De hecho, es un 28% menor de la teórica esperada, que se utilizó para calcular el tamaño muestral (0,18). Sabemos que el consumo de BA es muy frecuente en los niños y se relaciona con obesidad, hipertensión arterial esencial de inicio en edad pediátrica, falta de ejercicio físico, hábitos alimentarios deficientes, resistencia a la insulina y dislipidemia4. Otros estudios manifiestan que un IMC >95% en la infancia tiende a perdurar y a asociarse en la vida adulta con diabetes tipo 2, cáncer, enfermedades cardiovasculares y muerte antes de los 55 años de edad5. A pesar de todas las limitaciones de este estudio, si el cambio de BA por BE puede disminuir el IMC de la población infantil consumidora habitual de BA sin efectos secundarios, nos parece que puede ser una medida razonable a tener en cuenta, junto con otras, para el control de peso en la infancia. Recomendar no consumir BA en los programas periódicos de salud mientras se incide sobre otros hábitos obesogénicos es un consejo inocuo que podría aportar beneficios a largo plazo, en la vida adulta.
Aplicabilidad en la práctica clínica: a pesar de que el estudio tiene trabas metodológicas que hacen cuestionar sus conclusiones y se ha realizado en una población distinta a la española, parece que el pequeño cambio de BA por BE en niños que consumen BA habitualmente puede ayudar a controlar el aumento de peso. Esta es una medida más que debemos plantearnos los pediatras ante la actual “epidemia” de obesidad que vivimos en España, junto con otros consejos sobre alimentación saludable.
Conflicto de intereses de los autores del comentario: no existe.
Aparicio Rodrigo M, Rivas Fernández MA. ¿Podemos afirmar que reducir el consumo de bebidas azucaradas por los niños les adelgaza? Evid Pediatr. 2013;9:23.
Importancia del tema:
Resultados del estudio
Se encontró que los niños que tomaron bebidas edulcoradas en lugar de azucaradas, engordaron 1 kg menos. En estas edades hay que tener en cuenta el peso que se gana con el aumento de talla. Al ajustar la ganancia de peso al aumento de talla se encontró que los niños que tomaron bebidas edulcoradas ganaron 800 g menos.
Limitaciones del estudio
Se trata de un estudio llevado a cabo en una población muy amplia con dificultades para el control. De hecho, a lo largo del seguimiento se perdieron el 26% de los pacientes, lo que podría afectar al resultado final del estudio.
No se tuvieron en cuenta otros factores que pueden influir en el aumento de peso a esta edad (como el ejercicio y las horas de televisión u ordenador), aunque los autores consideran que estarían equilibrados entre los grupos.
No se tuvo en cuenta lo que pasó durante el periodo vacacional, ya que no se contabilizó para el estudio, lo que pudo influir en los resultados.