Puebla Molina SF, Aparicio Sánchez JL. El retraso de la introducción de alimentos sólidos en la dieta del lactante no parece proteger de un posterior desarrollo de asma, rinitis alérgica y sensibilización a neumoalergenos y alimentos. Evid Pediatr. 2008;4:36
Objetivo: determinar si la incorporación tardía (a partir de los cuatro-seis meses de vida) de alimentos sólidos durante la lactancia protege de desarrollar eczema, asma, rinitis alérgica y sensibilización a neumoalergenos y alimentos.
Diseño: estudio de cohortes prospectivo (análisis de un subgrupo de la cohorte “LISA”: Lifestyle-Related Factors on the Immune System and the Development of Allergies in Childhood1).
Emplazamiento: maternidad de cuatro hospitales alemanes (Munich, Leipzig, Wesel y Bad Honnef).
Población de estudio: subgrupo de neonatos que integran la cohorte LISA, nacidos en cualquiera de los cuatro hospitales participantes, desde noviembre de 1997 hasta enero de 1999.
Intervención: a los padres de los neonatos participantes en el estudio se les pidió que cumplimentaran un cuestionario a los seis meses y a los 1, 1’5, 2, 4 y 6 años de edad en el que se interrogaba sobre la presencia de síntomas de asma, rinitis alérgica y otros problemas médicos. Se consideró diagnóstico médico de eczema, asma o rinitis alérgica cuando los padres reportaron que ese diagnóstico fue realizado por su médico. Se consideró que el niño presentaba eczema, asma y/o rinitis alérgica si cumplía determinados criterios clínicos a los seis años de edad. En el cuestionario de los seis meses de edad se preguntaba acerca de la aparición de dermatitis atópica, eczema atópico o seborreico, costra láctea, urticaria o alergia alimentaria. En los cuestionarios también se preguntaba sobre los hábitos alimenticios del niño, concretamente la edad de inicio de la alimentación con sólidos y la introducción o no de 48 alimentos concretos, y su estilo de vida. A los dos y seis años de edad se realizaron determinaciones de inmunoglobulina E (IgE) específica en suero contra neumoalergenos y alergenos alimentarios frecuentes. Se consideró positivo aquel test que demostraba presencia de IgE específica ≥ 0’35 kU/l.
Medición del resultado: como variables principales de resultado se consideró, a los seis años de edad, la aparición de eczema (definido como prúrigo que durara al menos seis meses, presente en el año precedente y que afectara los pliegues de la piel, la cara, el cuello o las articulaciones de las manos o de los pies), asma (sibilancias o uso de medicación antiasmática durante el quinto y sexto año de vida) y rinitis alérgica (estornudos, rinorrea o congestión nasal en niños sin catarro en el sexto año de vida). Como variables de confusión se tuvo en cuenta si alguno de los padres había tenido alguna vez eczema, asma o fiebre del heno. Se realizó análisis de regresión logística multivariada para estudiar la posible asociación entre la introducción de alimentos sólidos en la dieta del lactante y la presencia de eczema, rinitis alérgica, asma y sensibilización a neumoalergenos a los seis años de edad, presentando los resultados como odds ratio (OR) con su intervalo de confianza del 95% (IC 95%).
Resultados principales: de los 3.097 recién nacidos sanos incluidos en la cohorte LISA, el 71% completaron el cuestionario a los 6 años (2.203 pacientes); la información sobre la introducción de alimentos sólidos y atopia se obtuvo en 2.073 pacientes (67% de la cohorte original); en 1.123 se obtuvo el dato de introducción de alimentos sólidos y sensibilización a neumoalergenos (36% de la cohorte original). La introducción tardía de alimentos sólidos no se asoció a una reducción del riesgo de desarrollar asma, rinitis alérgica o sensibilización a neumoalergenos o alimentos. Por el contrario, la sensibilización a alimentos fue más frecuente en niños que recibieron sólidos más tardíamente (introducción de alimentos sólidos entre los cuatro y seis meses: OR 3,2 (IC 95%: 1,5 a 6,9) y cuado los alimentos sólidos se introdujeron después de los seis meses: OR 2,5 (IC 95% 1,03 a 6,30). La relación entre el momento de la introducción de alimentos sólidos y la aparición de eczema no está clara. Sin embargo, en aquellos niños que no presentaron de manera precoz síntomas alérgicos, una dieta variada durante los primeros cuatro meses de vida se relacionó significativamente con un mayor incidencia de eczema: OR 2,72 (IC 95%: 1,24 a 5,99).
Conclusión: el estudio no encontró pruebas científicas que avalaran que la introducción tardía de alimentos sólidos reducía el riesgo de desarrollar asma, rinitis alérgica y sensibilización a neumoalergenos y/o alimentos. En el caso del eczema, los resultados fueron confusos y no se puede excluir un efecto protector de la incorporación tardía de alimentos sólidos.
Conflicto de intereses: no consta.
Fuente de financiación: subvenciones del FederalMinistry for Education, Science, Research, and Technology y del Bundesministerium fuer Umwelt und Reaktorsicherheit (for Institut fuer Medizinische Umweltforschung).
Validez o rigor científico: se trata de un estudio de cohorte prospectivo que presenta diversas limitaciones, algunas reconocidas por los propios autores: los niños analizados y los perdidos durante el seguimiento diferían en cuanto a la distribución de diversas variables que podían constituir potenciales factores de confusión, y también diferían en cuanto a la distribución de la variable de exposición, hechos estos que pueden ser fuentes potenciales de sesgo. No consta que los investigadores encargados de medir el efecto permanecieran ciegos respecto al estatus de exposición. Los mismos investigadores no deberían medir el efecto y la exposición. Los encargados de medir el efecto deberían desconocer el estatus de exposición con el fin de prevenir un sesgo en la determinación del efecto. Estos hechos, junto al elevado número de pérdidas durante el seguimiento, recomiendan interpretar con precaución los resultados de este estudio.
Interés o pertinencia clínica: existe controversia en la literatura sobre el rol protector de la introducción tardía de los alimentos sólidos para la prevención de enfermedades alérgicas. En 2006, una revisión sistemática que estudió el efecto de la introducción precoz de alimentos sólidos (≤ 4 meses), constató que esta práctica incrementaba el riesgo de dermatitis atópica3, no encontrándose asociación con otras enfermedades alérgicas. Los resultados del estudio aquí valorado apoyan este efecto protector para la dermatitis atópica.
Aplicabilidad en la práctica clínica: los resultados de este estudio - teniendo en cuenta las limitaciones reseñadas - no indican que la introducción tardía de alimentos sólidos constituya un factor protector para la prevención de diversas enfermedades alérgicas, a excepción quizá de la dermatitis atópica3. Sin embargo, una introducción precoz de alimentos sólidos puede interferir con el mantenimiento de una lactancia materna exclusiva prolongada. Por todo ello, y a la luz de los datos actualmente disponibles, es recomendable insistir en el fomento de la lactancia materna exclusiva prolongada, debido a sus beneficiosos efectos comprobados sobre la salud del niño4,5, y retrasar cualquier intervención alimentaria que pueda interferir con su duración.
Puebla Molina SF, Aparicio Sánchez JL. El retraso de la introducción de alimentos sólidos en la dieta del lactante no parece proteger de un posterior desarrollo de asma, rinitis alérgica y sensibilización a neumoalergenos y alimentos. Evid Pediatr. 2008;4:36